13 oct 2014

H U I D A :.


H U I D A :. "Estoy acostumbrado a acompañar a personas que comienzan, con conciencia, el recorrido de un camino espiritual. Aclaro “con conciencia”, porque el camino espirituales estar vivo. Cada mañana, cada tarde, nos encontramos con los desafíos que necesitamos para descubrir quiénes somos, y para qué estamos vivos. Pocas personas tienen la capacidad de ver sus puntos ciegos, sin ayuda de un espejo, sin ayuda de otra persona. Nunca descarto que alguien lo pueda hacer, porque sé que todo tiene una excepción. Decía que estoy acostumbrado a ver cómo las personas salen ilusionadas,en la búsqueda de sus respuestas, y luego se defienden con desesperación de las respuestas que encuentran. Al comienzo dicen: “Quiero descubrir quién soy”, y cuando comienzan las inestabilidades interiores los veo defenderse con uñas y dientes, aferrados a su dolor. “¿Quiero descubrir quién soy? ¡Qué necesidad de complicarme la vida! ¿Por qué no me quedé tranquilo en casa?”. Ese es el momento en el que las personas buscan la perilla que apaga al corazón. El camino espiritual, fuera cual fuere, no tiene un paso atrás. Y esta frase, que es garantía de que cada esfuerzo traerá su fruto, también nos acorrala cuando queremos hacernos los dormidos. El buscador pide, el universo responde directo al buscador, y el buscador se defiende y cierra los ojos para no ver la respuesta que pidió. No se puede despertar a alguien que simula estar dormido. Es una premisa espiritual para este momento dentro del camino interior. Si hiciste el movimiento, luego quedate a recibir la respuesta del movimiento. De cualquier manera, la respuesta no dejará de buscarte hasta que te encuentre. ¿Qué es lo que tanto nos amenaza? ¿Cómo puede ser que nos defendamos delo que pedimos ver? ¿Qué es lo que estamos defendiendo? Defendemos nuestra identidad. Lo que creemos que somos. Eso mismo que nos trae la sensación de soledad y separación. Eso mismo que nos empujó a comenzar un camino. Eso que ya no queremos más. Eso, es lo que estamos defendiendo. ¿Y de qué lo estamos defendiendo? De la amenaza más aterradora para la identidad: el amor incondicional. Cuanto más puro y verdadero, más aniquilante y devastador. Esto se llama resistencia y, en los libros, está estipulado que en una terapia psicológica se presenta a los seis meses. Momento en que muchos pacientes cierran la terapia con distintos discursos. Pero el sentimiento siempre es el mismo: el aislamiento. Eso mismo es lo que ocurre con muchas personas que huyen de las relaciones de pareja. Dicen que quieren estar con otra persona, pero a la vez no quieren dejar de ser quienes son. Eso es imposible. Cuando llega el compromiso de la transformación, ves a las parejas defender con desesperación a su vieja identidad. “Contigo pan y cebolla”. De lo que no se dan cuenta, es que nada los cambiará tanto como la experiencia de encontrar el amor. Del amor nos defendemos. A nuestra vieja identidad defendemos. Ese es el momento en que vemos a nuestra pareja tan parecida a nuestros papás. En un camino espiritual, la resistencia se presenta la primera vez que tengo que entregar lo que creo que soy, a lo que Soy. Aclaro que es la primera vez, porque el acto de rendición de mi pequeña voluntad a mi corazón, se va a repetir muchas veces durante un camino verdadero. La primera vez es un gran abismo. Pero cuando salté, volé. La segunda vez, también será un gran abismo, pero recuerdo que antes salté y volé. Entonces se me hace más sencilla una nueva rendición. Hay muchos abismos en el camino interior. Abismos que están dentro de nosotros para que descubramos que tenemos alas. Enfrentarte a un abismo, sabiendo tu capacidad de volar, recordando la experiencia del viento que te elevó, no es tan difícil. Es más, puede volverse placentero y hasta adictivo, y ser un problema a la hora de afrontar el abismo cotidiano. Me refiero a esos buscadores que saben salir a buscar, pero no se pueden nutrir del encuentro, y siempre están saliendo. Una aclaración importante: cuando hablo de rendirme, no significa rendirme ante otra persona. Sino rendirme ante mí mismo. Rindo mi identidad conocida a mi Gran Identidad. Eso duele. Porque encontrar, me hace recordar lo que no tuve. Este momento de rendir el pequeño yo al gran Yo, es el momento de la huida de muchas personas. Hay dos tipos de buscadores espirituales: el que se alimenta de su camino, y el que engorda, saltando de camino en camino. Los caminos espirituales afuera están para llevarte a dar el salto adentro. Cuando estoy frente al abismo, cambio de camino. Este tipo de personas saben un poquito de todo. Picotearon un poquito de cada camino. Lo que nunca hicieron, fue entregarse. Huyen y alimentan a la pequeña identidad con información de diferentes caminos, información que luego les juega en contra a la hora de volar. No experimentaron el salto al abismo. La personalidad puede dar muchas excusas, pero en realidad, cuando llegó al abismo de la personalidad, le vino terror y huyó. No hay un error en la huida, hay una experiencia de sobrevivencia. Hay un aprendizaje. No puedo huir de lo que me amenaza desde adentro. Bueno, en realidad, la humanidad entera huye de eso, pero es una huida inútil. Vaya a donde vaya, lo llevo conmigo, y me seguirá amenazando. ¿Por qué la experiencia de encontrar mi respuesta me amenaza tanto? Porque es desconocida. Porque encontrar la respuesta que busco, transformará tanto a mi pequeña identidad, que la personalidad lo vive como una experiencia de muerte. Y es verdad, una parte de mí se transformará, y nunca será igual. Eso lo podríamos llamar una experiencia de muerte. Cuanto más identificado esté con mi personalidad, más aniquilante será el salto. El primer salto es el más difícil, porque llegamos a ese abismo totalmente identificados con la personalidad. Ella es todo lo que somos. Todo lo que conocemos. Por eso la huida. ¿Qué tengo que evaluar cuando quiero salir corriendo? ¿Cómo saber si es el lugar correcto para dar mi gran salto? ¿Si es mi momento? ¿Si me saldrán las alas o me reventaré contra el suelo? Mentira que las alas salen siempre, eso es filosofía barata y zapatos de goma. Saltar en el momento incorrecto, saltar en el lugar errado, saltar cuando no estoy preparado, también puede ser una estrategia de la pequeña identidad para boicotear la rendición ante la Gran Identidad. Ante el amor que está detrás de todo lo que nos ocurrió. En este mes de setiembre, cuando la vida explota desde adentro, quiero recordarte que el Amor está detrás de todo lo que nos ocurrió. Para ti pueden ser palabras vacías. En mí, están llenas de experiencia de encuentro. Un encuentro que no juzga. Un encuentro que no obliga. Un encuentro de Amor y Libertad. Ya llegará el momento de hablar de las dudas, hoy prefiero dejarte la certeza de que todo está en su lugar. Y si hay algo dentro de ti que no lo esté, nadie te obliga a salir al encuentro. Si elegís salir al encuentro, estás eligiendo cambiar tu identidad. Nadie encuentra al Amor, y sigue siendo quien era. Con todo cariño, hasta el mes que viene." * Alejandro Corchs – Revista Unimismo – Argentina –